El domingo 20 de julio de 2014 se conmemoró el 45 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, un hito que colocó a Estados Unidos en la vanguardia de la exploración espacial. El 20 de julio de 1969 todo el mundo pudo ver cómo el astronauta Neil Armstrong abría la escotilla del módulo lunar ‘Eagle’ y descendía lentamente por la escalerilla antes de poner un pie, por vez primera, en la superficie de nuestro satélite. Le siguió Buzz Aldrin, mientras que el tercer miembro de la histórica misión Apolo 11, Michael Collins, permanecía orbitando la Luna en la cápsula ‘Columbia’ que les traería felizmente de vuelta a la Tierra.
Se calcula que unos 530 millones de personas contemplaron el acontecimiento en directo gracias a la televisión y fueron testigos de una hazaña que ha sido comparada con el descubrimiento de América. El alunizaje le permitía a EE UU., en plena Guerra Fría, contrarrestar la ventaja que la Unión Soviética le había sacado en la primera década de la carrera espacial. Los éxitos de los soviéticos con el lanzamiento del primer satélite al espacio, el Sputnik (en 1957), y el primer vuelo tripulado por un hombre (Yuri Gagarin, en 1961) llevaron al presidente John F.Kennedy a fijar como objetivo nacional, en su famoso discurso de 1961, el envío de un hombre a la Luna. Durante las más de dos horas que duró el paseo lunar de Armstrong y Aldrin, los dos estadounidenses instalaron una cámara de televisión para grabar imágenes de la Tierra, tomaron fotos, desplegaron varios experimentos y recogieron 22 kilos de rocas. Pero, además, dejaron placas en memoria de los astronautas de la misión fallecidos, dejaron un disco con mensajes procedentes de 73 países y plantaron la bandera de EE UU. «Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad», dijo Armstrong entonces, acuñando una frase para la historia.
En El Cohete Amarillo estamos muy acostumbrados a los viajes espaciales, pero tenemos que reconocer que con la tecnología de finales de los 60, con ordenadores con menos potencia que una calculadora y con astronautas que llevaban cuadernos y lápices para hacer los cálculos, es difícil pensar que se podían enviar hombres a la luna y devolverlos seguros a la Tierra.
Una reciente encuesta de Gallup entre los estadounidenses arrojaba el escalofriante dato de que el 94% de los americanos tienen serias dudas de que los astronautas del Apolo 11 llegaran realmente a la Luna en 1969. Esto es incluso más que el 70% que están seguros que hubo algún tipo de conspiración en el asesinato de JFK en la misma década.
Se podría decir que en la década de los 60 era mucho más fácil engañar a la sociedad que hoy en día. Los medios de comunicación estaban muy controlados. Internet apenas estaba naciendo.
Hay teorías que defienden que nunca fuimos a la Luna, que todo fue una peli de Kubrick. Que fue grande para la humanidad es indudable, pero según algunos, este viaje es la estafa más grande del siglo XX. El Viaje a la luna se grabó en un estudio cinematográfico secreto y a las ordenes ni más ni menos que de Stanley Kubrick.
El motivo de ese supuesto vil montaje por parte de la Administración de Richard Nixon fue, según esta teoría, matar dos pájaros de un solo tiro: mostrar, por un lado, la supremacía de Estados Unidos frente a la URSS en la carrera espacial en plena etapa de la «guerra fría» y por otro, subir la moral del pueblo estadounidense que estaba por los suelos tras la traumática experiencia en Vietnam.