Selfies, Instagram, Facebook, Flickr, etc. Vivimos en la era donde la imagen manda y la compartimos en cada plataforma que podemos.
Nuestros viajes no son viajes si el álbum de fotos no está cargado con las imágenes de los sitios más emblemáticos: si es París, la elegante torre Eiffel, si vamos a Nueva York es impensable no regresar sin una panorámica desde el Empire State.
Y fueron estos lugares los que sirvieron al diseñador Phillip Schmitt de inspiración para la creación de una «cámara desobediente» o «camera restricta», como la llamó su inventor: un aparato que no tomará las fotos que toma todo el mundo en los sitios más populares.
«Hacer fotos se ha convertido en algo que no cuesta nada, lo que da como resultado un flujo sin fin de imágenes en internet», le dijo el diseñador a BBC Mundo.
«Le instalé a la cámara un dispositivo que limita ese flujo constante con la intención de conseguir nuevas sensaciones, como la de ser la primera o la última persona que hace una foto en un sitio determinado», añadió.
Un antídoto para evitar las mismas instantáneas repetidas de siempre. ¿Cómo lo logra? Lo que hace la «cámara restricta» es contar el número de fotos que se han tomado en el mismo lugar y, si supera un número prestablecido en el dispositivo, el aparato decide esconder el obturador.
«La idea es que la cámara se ubique en un lugar mediante el uso de un GPS y busque en internet las fotos que se han etiquetado en ese espacio mediante la georreferenciación», explicó.
El funcionamiento
¿Cómo llegó a esa idea de «sobrecarga» de imágenes de los lugares turísticos? Uno de sus puntos de investigación fueron los populares sitios de internet de intercambio de fotos Flickr.com y Panoramio.com
Con la ayuda de Google Maps y la información de cada una de las imágenes publicadas en estos dos espacios logró determinar, por ejemplo, que en un punto exacto frente a la Puerta de Brandeburgo en Berlín se tomaron cerca de 880 fotos en un día, en la Torre Eiffel la cifra subió a 1.849 fotos.
«En la sirenita de Copenhague ese número llegó a 1.130. Por eso diseñé un mecanismo para que la cámara creara una capacidad de detección de este dato invisible de ‘exceso de fotos’ y lo convirtiera en una retroalimentación acústica que puede ser medida como en aquellos viejos contadores de voltaje», explicó Schmitt.
Esa retrolimentación acústica es lo que hace que la cámara decida no tomar la foto desde el lugar que la persona ha elegido, obligando al usuario a buscar un punto de vista novedoso.
A la vista, el equipo creado por el inventor parece una clásica cámara réflex, aunque de diseño moderno. Lo cierto es que al desmantelar el prototipo de la «cámara restricta» podemos observar que su base es un teléfono móvil que tiene instalada la aplicación diseñada por Schmitt.
El chasis de la cámara esta hecho con una impresión 3D y contiene dispositivos electrónicos que esconden el obturador.
«El chasis de la cámara es una impresión 3D y tiene unos dispositivos electrónicos que son los que esconden el obturador cuando el número de fotos supera el límite», explicó.
Por ahora el prototipo solo ha sido presentado en su página de internet y espera ser comercializado en los próximos meses.